Durante el homenaje, Fernando Menéndez incidió en la voluntad de Conchita Quirós de hacer crecer su librería: «Concha como mujer supone ejemplo y aliento para cualquier mujer que quiera abrirse paso en cualquier profesión y hacer valer su capacidad por encima de cualquier discriminación», concluyó antes de leer el poema que le dedicó en un libro homenaje.
Su sobrino Alfredo Quirós recogió el diploma y destacó su suerte por haber sido «treinta años fiel escudero, permanente aprendiz y confidente de Concha». Para invocar el espíritu de la indomable librera que fue Concha Quirós, su sobrino volvió al pregón que ella leyó en San Mateo y que arrancaba con un «es más que un sueño, es sentirme ovetense, mateína y parte de esta ciudad». En ese afecto, resumió, los libros competían con Oviedo y, así, pidió al público: «nunca dejéis de leer, de amar a esta ciudad».